Y MATARAZO NO LLAMÓ

de Elena Garro

(editorial Mardulce)


Elena Garro (mexicana, casada con Octavio Paz y amante de Bioy Casares, para aportar chusmerío que no hace a la cosa) era una de las tantas escritoras que tenía pendientes. Su obra ya es clásica. Muy conocida ella por su legado, por estar asociada al comienzo del llamado "realismo mágico" (denominación que odiaba) y también por su escritura política, que habla de un México que da mucha para cortar. Sin embargo, yo no la había leído hasta hace poco. Quizás sea curioso que finalmente haya llegado a la decisión de leerla por la referencia a ella que encontré en otra novela que estaba leyendo, "Punto de cruz", de Jazmina Barrera, otra mexicana (que, la verdad, no me gustó, a pesar de sus buenas críticas, pero esa sería otra reseña, para contar por qué no me gustó, y sinceramente no me gusta escribir reseñas de libros que no me gustan). Lo bueno es que me llevó a buscar a Elena Garro y el libro con el que me encontré fue este, "Y Matarazo no llamó", escrito en 1960 pero publicado por primera vez en la década de 1990. Y ya el título me parece genial, tan cotidiano, tan del diálogo, me encanta que haya elegido esa frase (que, claro, aparece en la novela) para el título. 

Se dice de esta novela que es su trabajo más político, o más directamente político. (Hay que recordar que en el México de la época tuvieron lugar movimientos obreros y campesinos que lucharon por una mejora en las condiciones de trabajo y de vida, y estos hechos no estuvieron exentos de violencia, represión y cooptación por parte del gobierno). Pero pese a esto, no te vas a encontrar con una novela ensayística, no vas a encontrar largos discursos o teorías de lo que el Estado es o debería ser. Te vas a encontrar más bien con una novela policial que atrapa desde el momento uno, que no tiene puntos muertos, te obliga a seguir y seguir. Su lectura es fluida y directa, no hay trabas para querer continuar, vas a querer avanzar. La maestría de la pluma de Elena Garro se nota simplemente en que no se nota, es decir, no hay esfuerzo en la escritura, no hay pretensiones de grandilocuencia, hay precisión y puros aciertos. Esto, se sabe, es de las cosas más difíciles de lograr, el que parezca fácil.

La cosa es que un día Eugenio Yáñez, burócrata ya maduro, aburrido y muy solo, siente una especie de llamado a acercarse a uno huelguistas, a los que les lleva unos cuantos atados de cigarrillos para tener un gesto amable, y ese acercamiento va a llevar a que Eugenio se vea inmerso en un entorno al que no pertenece, ni conoce, pero que lo seduce y lo hace replantearse el tedio de su vida de oficinista. Pero la violencia, las suspicacias, no tardan en alcanzarlo y la trama se oscurece apenas empezar. 

Buena lectura, buena trama, la vas a pasar mal (por empatía) y bien (por el placer del libro) al mismo tiempo. 



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